Uno de los componentes que juegan un papel crucial en el funcionamiento seguro y eficiente de las redes eléctricas son los aisladores, y su mantenimiento adecuado es esencial para garantizar la seguridad y la continuidad del suministro eléctrico.
Un aislador limpio y en buen estado garantiza un funcionamiento óptimo, previene fallas costosas y prolonga la vida útil de la red. Ya hemos hablado mucho de las ventajas de calendarizar adecuadamente el lavado de aisladores, pero hoy veremos qué es lo que puede ocurrir cuando no lo hacemos y, sobre todo, por qué las empresas en el sector eléctrico muchas veces no le dan la importancia debida a este tema.
¿Qué ocurre cuando no le damos el mantenimiento correcto a nuestros aisladores?
Cuando no se brinda el mantenimiento adecuado a los aisladores eléctricos de una empresa, se suele llegar a la situación de programar el lavado como último recurso. Esto ocurre después de experimentar fallas previsibles, lo que implica la necesidad de realizar reparaciones costosas, tanto en términos de tiempo como de recursos financieros.
Gran parte del problema es que los departamentos y personal con el poder de decisión en las empresas que se encargan de autorizar la inversión en mantenimientos preventivos desconocen la importancia de mantener los aisladores en perfectas condiciones. Por ello, veremos a grandes rasgos para qué sirven los aisladores y por qué es tan sencillo que la contaminación acumulada les impida cumplir su función estratégica en las líneas eléctricas.
¿Qué son los aisladores y por qué son esenciales?
Los aisladores son dispositivos que forman parte de las redes eléctricas, pero que no permiten que la corriente fluya a través de ellos. Su función principal es evitar descargas eléctricas, separando conductores eléctricos de otros materiales y de las estructuras de soporte. De esta manera, es posible que la electricidad fluya solo donde debe, evitando posibles accidentes. De hecho, sería prácticamente imposible crear redes eléctricas sin aisladores, ya que sencillamente no podríamos controlar el flujo de la electricidad.
Existen diversos tipos de aisladores fabricados con diferentes materiales, como porcelana, vidrio o polímeros, cada uno con sus propias aplicaciones. Por ejemplo, los aisladores de suspensión, utilizados en líneas de transmisión y distribución para soportar el conductor eléctrico y mantenerlo a una distancia segura de la estructura, o los aisladores de puesta a tierra, diseñados para proteger equipos eléctricos de sobretensiones.
Todos los tipos de aisladores pueden acumular contaminantes. Esta acumulación, sobre todo en presencia de humedad, puede formar una capa conductiva en la superficie del aislador, reduciendo su capacidad de aislar correctamente. Los principales elementos que los ensucian son:
La frecuencia del mantenimiento de los aisladores depende de varios factores, incluyendo el ambiente en el que están instalados y las condiciones operativas. Los aisladores en áreas costeras son los que más frecuentemente deben lavarse, como mínimo cado dos o tres meses, ya que la sal reacciona de una manera especialmente conductora con la humedad, para cada zona debemos contemplar los siguientes tiempos:
En áreas Industriales y urbanas también es recomendado hacer el lavado de los aisladores con más frecuencia que con aquellos que están en zonas rurales. De hecho, incluso los aisladores que se encuentran en zonas con aire limpio y sin fuentes significativas de contaminación deben recibir un mantenimiento y lavado cuando menos una vez por año.
Una sola red eléctrica puede tener aisladores sometidos a condiciones muy distintas. Por lo tanto, es esencial realizar inspecciones regulares para determinar el nivel de contaminación que acumulan y ajustar la frecuencia de mantenimiento según sea necesario para cada sección. Invertir en tecnologías modernas cuando sea necesario reemplazar los componentes, como aisladores con recubrimientos hidrofóbicos, puede reducir un poco la necesidad de mantenimiento.